“Si no dejaste algo, no hiciste bien las cosas”. El eco de la frase retumba en la cafetería de Nueva Córdoba. La gravedad de su voz contrasta con la tranquilidad y amabilidad que emana su personalidad. Un tipo locuaz y sonriente. Juan Carlos “el Turco” Taleb, a los 71 años, está dispuesto a compartir su experiencia. Así en la vida como en el rugby.
Oriundo de Entre Ríos y educado en el Liceo General Belgrano de Santa Fe, Taleb arribó a Córdoba una vez terminado el secundario. Amante de los deportes (“te alejan de la noche y los malos hábitos”), estudió en la Universidad Católica, donde hizo de jugador , dirigente y hasta albañil para levantar la primera cancha con vestuarios. “Don Olocco, histórico secretario de la Unión, me llamaba todos los lunes para que le mandara las planillas y las notas de los partidos. Mi mujer hacía de secretaria y se los alcanzaba. Otras épocas”, recuerda mientras apura un cortado.
Después de Católica pasó por Círculo de ex Cadetes hasta llegar al Córdoba Athletic, donde integró el plantel de primera desde los 26 hasta los 38 años.
Amante de muchos disciplinas (hoy mira rugby, pero también fútbol –Talleres, Boca- y la NBA), se terminó inclinando por el rugby por factores ajenos a él. “En una época también jugaba al básquet y estaba en el preseleccionado con (el periodista) Juan Cisneros. Él era fullback en el Jockey, pero se dedicó más al básquet. A los dos nos desafectaron juntos. Nos comunicaron la decisión el restaurant El Gran Pipo”, cuenta Taleb, hombre que también representó a la provincia en atletismo.
Pero sigamos con el rugby, donde Taleb se forjó como hombre y jefe de familia y empresario. “Era otro deporte. Uno pasaba de wing a hooker o de inside a pilar como si nada. Como el ‘Gordo’ (Gerardo) Ribeca que a los 26 años lo convencieron porque se necesitaba un pilar. ¡Y había venido de centro! Hasta que vino la bajadita y abrió la grieta…”.
-¿Tan así fue?
-Sí, pero fijate que el tema de los forwards va cambiando hoy en día. Hoy quizá Athletic tiene mejores forwards que Tala, que seguro tiene mejores tres cuartos. Es una cuestión de camadas. Ya va a cambiar. Pero lo de la bajadita es así. Te levantaban y no podías hacer nada. Pero ojo que el SIC llevó varios metros para atrás a Francia y el partido igual terminaba 40 a 0.
-¿Y ahora?
-No hinchen más las pelotas con el scrum, hay 8 por partido. Sí, es un método de disciplina para someter al rival, pero hoy el 80 por ciento de juego es breakdown. Siempre va a prevalecer el uno contra uno. En la vida pasa lo mismo. Y no es que vos seas más fuerte. Es un tema de actitud y aptitud. Que van de la mano. Cuando tenés las dos juntas, sos un jugador diferente. Si no, sos un jugador de medio pelo.
-¿Qué opinás del profesionalismo en Argentina?
-El profesionalismo te cambia. Siempre sostuve que nuestro país vaya hacia el modelo irlandés donde hay 60 clubes y sólo dos profesionales. Los que salgan buenos que vayan al club profesional. No se lo vas a poder impedir, es tapar el sol con la mano.
-¿Y todo lo que trae la plata como más individualismo?
-Ese individualismo no hace al deporte en conjunto. En pocos deportes como en el rugby la suma de las individualidades no hacen un equipo. En el futbol quizás podes poner 11 Messis y que dibujen. En rugby, en cambio, ponés a 5 como Leonard, el de San Antonio, y no sé si hacés un equipo. Cinco Ginóbilis ya es otra cosa… Me refiero a que no ganás si tenés una figura. Yo les decía a mis entrenados: No importa el director de la orquesta, sigan la música.
-¿En qué se parecen el rugby y la vida?
–Las adversidades de la vida son las mismas en el rugby. Todos los días tenés que pelear un poquito más para superarte. Pero nunca podés avanzar solo. Avanzás gracias a tus amigos, a tu familia, a tus capacidades, a tus relaciones…. Vas a los tropezones, pero vas para adelante. El rugby se concibe únicamente yendo para adelante y teniendo actitud.
-¿Cuánto vale la tarea de un entrenador en un club?
-Uhh… Mirá, yo creo que si cuando terminás tu tarea de formador, de entrenador, de empresario… si no dejaste nada, no hiciste bien las cosas. Afortunadamente me encuentro con muchos chicos en Facebook que me dicen gracias porque las enseñanzas me sirvieron.
El Legado
«Guille» y «Nacho», los hijos de Taleb, transmiten, cada uno a su manera, la pasión por el rugby que recibieron desde la cuna. «Guille es más de darle bola a lo técnico. Es muy estudioso. En cambio Nacho es un gran formador de grupos. Enseguida detecta por dónde viene la cosa para hacer un buen grupo», los describe el padre.
Cambian las generaciones, pero el rugby sigue siendo el gran tema de conversación. Sobran las anécdotas, como la vez que cruzó a su hijo Guillermo comprando facturas y leche chocolatada a las 8 de la mañana. «-¿Qué hacés Guillermo con eso?» «-Lo mismo que hacías vos, viejo. Son para los chicos del Seven».